jueves, 8 de marzo de 2012

EL PEREGRINO

Ya era más bien veterano,
piel curtida, arruga en cara y manos
El mundo recorrió sin tregua, con sus penas y alegrias,
pero tambien sus muchas leguas.
En el recuento de sus andaduras, le faltaba una
que le estaba dando la lata,
era ir, por la ruta romana, llamada la de la Plata
a visitar al Santo en Galicia,
esto era nuevo,era una primicia.

de Peñarroya-Pueblonuevo, ciudad
salió nuestro peregrino
cuan largo era el camino
para empresa tan singular.
Azuaga, Zafra, Mérida y Cáceres,
en Extremadura
una bonita andadura
llena de bellos parajes.

El Retortilo y Béjar en Salamanca
tierra de sabios,
te deja un buen resabio
tanto blasón, tanta templanza.
Zamora, aqui llegaré en unas horas
Villanpando,Benavente
Castilla la Vieja, buena gente.

Pararé en Astorga, llegaré a León
casi vacias las alforjas
solo queda un salchichón,
que compré en Salamanca
y algo de vino, no para pillar "una tranca"

Mieres, Oviedo
ya se me ha pasado el miedo
de tan largo camino,
ya poco penar le queda
a la andadura del peregrino.
Desde allí torceré la andadura
como barco con vieja vela
viraré hacia mi destino " Santiago de Compostela".

Y este será el camino,
de esta andadura llena de azares,
¿ pero que le pasó al peregrino,
cuando tansitaba por estos lugares?

El primer suceso fué en Azuaga,
donde entró decido a yanta,en una posada.
- Posadera ¿ que hay para comer?
-¡ Gallina en pepitoria!
- Eso me viene a la memoria,
que no como desde ayer.
-¿Cuanto tarda en servir?
- Más o menos, una hora.
_Pues sin más demora, sirvame a mi.

Comiose con apetito " a la de las plumas"
pidió la cuenta.
- Señor, son quinientas pesetas.
-¡ Por Dios, ¿ es que se a roto algo?
-No señor, usted ha comido gallina,
no le hemos puesto " galgo"

Fué tal el disgusto que un apreton sintió
- El retrete por favor.
- Al fondo en la puerte de enfrente.
con algo de sudor en la frente
en el retrete entró.
-¿Pero que es esto, por Dios.
enseguida se dió cuenta que el " reposaculo"
era una especie de embudo
que desembocaba en un pozo.
-Menos mal que está limpio_
se dijo, con cierto gozo.
Terminada su necesidad
y mirando al fondo del pozo con curiosidad
el peregrino, con asombro advirtió
que por eso tan limpio estaba,
que unas gallinas se " jalaban"
las " cacas", que él arrojó.
- Maldita se la ventera, que me ha cobrado quinientas
a esta, la saldrán bien las cuentas,
pues el pienso lo han puesto
¡ mis posaderas!

su andadura a Mérida le llevó.
aún era muy temprano
visitó algunas plazas,
y como no, El Teatro Romano.
Siguió caminando y casi sin darse cuenta
ensimismado, con el rosario y sus cuentas
a un pueblo llegó, y con curiosidad leyó
un edicto del Alcalde.decia lo siguiente
_De parte del señor Alcalde
se hace saber:
que a todo forastero andante
que nos honre con su presencia
y sin más diligencia
¡ le lavaremos los pies!
- le daremos nuevas alpargatas,
unos tragos de buen vino
y algunas tapas, pues son las fiestas de Santa Inés.

el peregrino aceptó la invitación
sentóse en el banquillo,
se subió la saya, con la intención
de dejar descubierto, hasta el tobillo.
El lavado se llevó a efecto
los " pinrreles " quedaron perfectos
y cuando más alegria sentia
oyó que alguien le decia.
-¡ Son quinietas, señor!
-¿ Como dice, eso va conmigo?
_Como lo oye, buen peregrino.
-¿ Pero..... el letrero dice.
-¡ Que por Santa Inés, le lavaremos los pies.
pero lo que no dice el señor Alcalde,que el lavado de los pies, sea de valde
por lo tanto, y por las necesidades municipales
el donativo sea de quinientas pesetas, y no de unos reales.
Confundido y apesadumbrado
inició el camino
y del todo convencido
que otra vez ¡ le habian timado!

De aqui pasó al Retortillo
en tierras de Salamca,
ya se le estaba consumiendo el atillo
de seguir así, se quedaria sin blanca.
era un pueblo pequeño, pero bonito
mucho campo alrededor
dar un paseo era un primor
en un pueblo tan chiquito.

Andando, andando al campo llegó
pero con tan mala suerte
y con peligro de muerte,
pues un bicho le picó
-¡ socorro, socorro!
gritaba deesaforado
- Me muero, me muero, un bicho me ha picado_
Un vaquero, que por alli merodeaba
le preguntó sorprendido
-¿ por qué tanto quejido, que era lo que le pasaba?

Este, le contó el incidente
el vaquero sonrió,
ayudó a andar al penitente
y en su casa le metió.
En un puchero de barro, unos hierbajos coció
y quitándole la alpargata
vió que era una garrapata
la causa de hinchazón.
le aplicó el cocimiento
a la pequeña picadura
y casi, casi al momento
pudo seguir el peregrino, su andadura.

A punto de decir- gracias, señor_
oyó la frase maldita
que casi el sentido le quita,
-¡ son quinientas, la curación.
Abandonó la casa, diciendo
- Tengo que salir corriendo,
de este lugar tan bonito,
ya debo de estar majareta
pues no entiendo que en esta tierra tan dura
por una simple picadura
me cueste otras quinientas pesetas.

Seguimos en tierra de la vieja Castilla
nuestro caminante llegó a Benavente
con mucho sudor en la frente, y cansancio en las rodillas.
ya a las afuera, visitó una Ermita
en ella, diciendo misa estaba
un cura sermonero
que nunca se cansaba, de decir
¡ vendrá un Dios Justiciero!

Viendo llegar al peregrino
su vista se fijó en él,
y cuando terminó el Oficio,
le invitó a comer.
unos huevos con tocino,
Mucho abrió los ojos nuestro andante
y con alegría espetó.
-este desayuno abundante,
nos lo " jamaremos" los dos

Como dos buenos vecinos
estaban el peregrino y el cura,
dando cuenta del tocino
y contándose sus andaduras.
Ya con la panza llena,
y alegría en el semblante anuladas todas las penas,
echaba a andar, nuestro caminante.

Pero pasmado quedó
cuando el cura preguntó
- señor peregrino, sola una cosita-
-usted dirá- se alertó
por casualidad, ¿no le sobraran quinientas pesetitas?
Mohino y atolondrado
del bolsillo de la estameña, quinientas pesetas sacó
y sin hacer ninguna seña,
al cura, sin mirarlo se las donó

Con mil bendiciones
el " mosen" le despedía
diciendo, que salud pediría
por tan ricas donaciones.
Ya algo recuperado
hasta Oviedo, sin novedad
habia llegado

Iba algo pensativo
por ver que ruta tomaba
y a una plaza llegaba
algo cansado y con motivo.
de pronto oyó, que una voz,
le decía con buen tino.
-¿ Oiga señor peregrino, entiendo usted de jumentos?
volví la cabeza, y al momento
vi, a un moro y a un gitano
que con el ronzal en la mano
el " calé" tiraba de un burro.

_Mire peregrino,quiero regarle al morito
este burro tan bonito,
le estoy pidiendo, mil duros
el morito se hace el duro,
y me dice el mustafá:
que su necesidad le obliga
a la compra de un jumento,
pero que es un mal momento
y que le rebaje, más de un real_

_Yo necesital borrico, para recojida de manzana_
_Pero a mi no me da la ganade rebajarle na-
-Yo querer más barato-
-Ni hablar, no hay trato-
-¿ que dice usted, peregrino?
-Yo creo-
_No se hable más- dice el calé.
diciéndole al moro
- Venga el "perné"
- yo, ver al burro algo cansado-
-¿ cansado, este burro?
-mira mustafá y no seas baturro-

Le enseña al burro una vara,
el cual se mea, y se le ponen las orejas estiradas
da un rebuzno, el animal
se empina de patas, rebuzna y comienza a trotar
aquello parecia cosa de milagros
pues lo que antes era un mal jumento
ahora parecia tener , la fuerza del dromedario.

El moro viendo tal maravilla
pagó, lo que le pedía el calé
el cual dando un traspié
desapareció,como el rayo
dejando al moro y al payo
asombrados por tanta prisa.

El asno en manos del moro estaba
que al no ver gitano ni vara
se vino abajo, por mucho que el moro le arreaba.
El andar era cansano, como mucho trabajado
resignado nada pudo reclamar
pues el gitano se habia "pirado"
el morito se fue sin más,
y solo al peregrino dejó,
en esto que silvando se le acercó
un agente municipal.

Observó la meada con atención
y dijo en tono de guasa
que cual era la causa
de tan completa micción.
- No he sido yo, sino un asno
- ¿ de un asno?
-si, de un asno de tratante calé.
-¡ no veo ni gitano ni burro!
y para que no crea que me aburro
voy a multarle a usted,
y no cuente historietas
¡ usted es el que se ha meado!
y si otra vez la vejiga aprieta
debe de ir a un lavabo.
-Por tanto y por tan fea acción
y no me llame majareta
le voy a imponer una sanción
¡ que son quinientas pesetas!

Otra vez la bolsa empeña
sin más remedio, el peregrino
que ya sin pan duro ni vino
se tuvo otra vez, que sacudir la estameña.
Mirando al cielo exclamaba
encomendándose al Santo Gallego
que si otra vez le timaban
dejaria de ser peregrino
y se convertiría en lego.

Sin más a Compostela llegó,
y al entrar en la Catedral
con espanto leyó,
en un letrero de buena letra
que para ver al Santo
habrá otra vez que pagar¡ quinientas pesetas!

Ya de regreso el peregirno,
al pueblo llegó, cansado y mohino
pues pensaba que con malas tretas
le habían varias veces chafado,¡ quinientas pesetasas!
Y como consecuencia de esto
a Sanyago le juró,
que del pueblo no saldría,
si no era para volver ¡ en el mismo día!

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